viernes, 17 de enero de 2014

¿Jugamos a los espías?


- Hoy vamos a cifrar y descifrar códigos, mensajes secretos.
- ¿Pero... de letras? - me pregunta ella, dubitativa.
- Sí. Pero usando las matemáticas.
Usaremos uno de los cifrados más básicos que existen, claro está, pero lo importante es que entienda lo que significa cifrar y descifrar un mensaje.
- Utilizaremos el cifrado César… ¿Has oído hablar de él? – niega con la cabeza.
Le cuento que el cifrado César se llama así porque se le atribuye a Julio César, el famoso emperador romano. Que cuando intentaba comunicarse con aliados y quería proteger el contenido de esos mensajes por si caía en manos enemigas, lo que hacía era usar el siguiente sistema:
Sustituía las letras del abecedario por otras correspondientes a un número determinado de posiciones.
Es decir, si usara un desplazamiento sencillo, el desplazamiento 1, las letras que tendría que sustituir el abedecedarío serían estas:


Así, si yo dijera
¡Gcmja bop ñvwp, qfrvfopt ftqjbt!

o cosas como:
Ftqfsp rvf pt hvtuf ftup ef kvhbs z mpt ftqjbt.

Todo el mundo entendería lo que digo, ¿no? Ajá, esto es muy fácil.
A ella le pedí que creara otro cifrado de sustitución (utilizando otro desplazamiento, el que quisiera, del 1 al 27, hay 27 letras en el abecedario y por tanto hay 27 maneras de cifrar por sustitución), y que me escribiera un mensaje.
Esto del cifrado César es una excusa perfecta para trazar algunos esbozos en su mente de aritmética modular... Y ella a penas se da cuenta.
A lo que iba, se escribió el abecedario, y bajo escribió las letras codificadas utilizando el cifrado césar.
Con que me diga el número del cifrado que ha utilizado es suficiente, ¡Sabré como descodificar el mensaje pues tengo la clave para descifrarlo, que es el número de cifrado utilizado!
Pero, ¿y si utilizo un desplazamiento que el receptor desconoce (es decir, no tenéis la “clave” para obtener el resultado)?
Bueno quizás este cifrado ya no esté muy en uso precisamente porque es fácil deducir la clave, aun así os pondré a prueba,


Cbonf obfnf tnl ynf ñqxxnf dhq xn fbzeufn pq qfgn zuan vhsnzpb oaz xnf yngqynguonf.


¡Biquiños!